España perdió lastimosamente el camino de la final tras perder con Rusia por 21-22, en una semifinal trepidante y plena de emoción resuelta tras una decisión polémica de los árbitros en los últimos cinco segundos.
La jugada de la discusión se gestó con empate a 21 a falta de 15 segundos. Urdangarín perdió inexplicablemente un balón en ataque, los rusos contraatacaron con un balón largo sobre Korcharov y David Barrufet abandonó el área de seis metros para topar con él y detener así su entrada.

Final polémico
El guardameta español vio la cartulina roja de descalificación, con el reloj todavía pendiente de cinco segundos para marcar el final. El zurdo Toutchkine dictó sentencia para el 22-21 final. Juan de Dios Román aporreaba la mesa de anotación con energía y rabia. Pedía justicia mientras se golpeaba la cara con la palma de la mano abierta.
Todo estaba perdido y los rusos ni se lo creían. El final del partido, digno para los dos mejores equipos del campeonato, no ocultó casi 60 minutos de igualdad y dominio alterno.
Rusia aparcó un verdadero autobús en la zona central de su defensa 5-1, con Lavrov como avanzado. Tres hombres de más de dos metros hacían impenetrable esa zona (Grebnev, Gorpichin y Pogorelov) lo que puso al pronto al descubierto los problemas en ataque del conjunto español. España iba a tardar en encontrar el abrelatas para esa muralla de brazos y cuerpos. La aparatosa defensa rusa cambiaba para el ataque. Fuerza por técnica y habilidad. Así, Kudinov y Toutchkin, en los laterales, y el pivote Torgovanov modificaban la cara rusa. Pese a ese poder, que se manifestó muy pronto, España se recompuso, no se arrugó y jugó sus bazas con inteligencia.
Para igualar la desventaja de los primeros instantes el brazo de Demetrio Lozano fue fundamental. A los 13 minutos los españoles empataron (4-4), pero cualquier error lo aprovechaba Rusia sin piedad.

España dio la cara
El partido se decantó por el equilibrio y el desgaste físico. España dio la cara, su defensa 5-1 respondió con más agresividad, no así el contraataque inexistente, mientras que Chepkin y Ortega encontraron por el centro, tras circulaciones rápidas de balón, la forma de marcar. España se puso por delante (9-8, m.22). La tensión era máxima y no había lugar para la relajación. Sin embargo España cayó en ese error y cedió la ventaja para buscar el vestuario con desventaja (9-11).
La reanudación comenzó con una lección de intensidad defensiva por parte española. Ayudada por dos exclusiones consecutivas España tomó el dominio (13-11). Rusia andaba a la deriva. Tanto fue así que tardó seis minutos en encontrar las redes de un inspirado Barrufet. Pero todo tiene un precio y España pagó su agresividad defensiva con las exclusiones. Chepkin y Ugalde vieron el camino momentáneo del banquillo, lo que debilitó algo la zaga.
En cambio Lozano volvió a estirar su brazo y sembró el pánico. Los pupilos de Román parecían gozar con su superioridad, que se reflejó en el marcador con su mayor ventaja (16-13). Rusia parecía abatida, pero como un león herido iba a aprovechar cualquier error del contrincante. Así lo hizo el conjunto de Vladimir Maximov. Neutralizó la diferencia y se colocó con un gol más que España en el minuto 51 (17-18). La lucha iba a ser ya a cara de perro en los últimos nueve minutos. El interrogante sobre cómo España iba a rematar el encuentro planeaba sobre la cancha. Esta faceta, una de las peores de los hombres de Román, quedó resuelta cuando Urdangarín soltó un trallazo a falta de tres minutos (21-20), sólo enturbiada por una mala resolución de Talant Dujshebaev que dio pie al empate de Lavrov. Por delante todavía un minuto y quince segundos de partido. Con balón en poder de España Urdangarín dejó escapar de sus manos el balón, el contra ataque a diez segundos del final lo detuvo Barrufet a la desesperada, tras chocar con Korcharov. El golpe franco lo puso en marcha Rusia con celeridad, cambió el balón de zona y Toutchkin arrebató de un zurdazo las ilusiones del equipo español.