13/12/2005

Demasiado tiempo metido en la tienda

En el año 2000, tuve la oportunidad de compartir expedición al Everest con Juanito Oiarzabal. 72 días de expedición. 40 días en el campo base más alto del mundo, a 6.400 metros. 40 noches en el saco de dormir. Muchas horas de inactividad metido en la tienda de campaña por culpa del mal tiempo. Demasiadas horas. Demasiado tiempo para pensar, aunque dicen que a esa altura se pierde hasta un 30% de la capacidad verbal por la falta de oxígeno. La única distracción era jugar a las cartas... y odio los naipes. Así que mientras los montañeros escalaban o jugaban a las cartas, yo pensaba. Pensaba en una montaña menos infernal que el Everest. Una montaña que ‘se dejara subir’.

El Aconcagua

Y un día, le conté mi sueño a Juanito. Una montaña que se pudiera subir, una expedición con deportistas de élite. Lo suficientemente alta como para ser atractiva. Una montaña lejana, con nombre exótico. Lo suficientemente difícil para que fuera una aventura y lo suficientemente generosa como para no matarse. Y Juanito me dio la respuesta: "Palomar, tu montaña existe. Tiene 7.000 metros, están en Argentina. Se llama Aconcagua".

¡Nos vamos!

Como todos los sueños, el mío tardo en materializarse. Un día, lo conté en el periódico, en el día D y en la hora H. En ese día y a esa hora en la que, de repente, todo el mundo te escucha. Y se lo contamos a los deportistas. Y al Ayuntamiento de Pozuelo. Y a Grifone que nos viste. Y a Boreal que nos calza. Y a Forum que nos equipa. Y todos se vienen con nosotros. Juanito, los deportistas, el Ayuntamiento y las grandes firmas. Es verdad. Tuve demasiado tiempo para pensar en el Everest. Y para soñar.