15/12/2005

33 petates en cuatro horas

Mientras los seis deportistas de la expedición se dedicaban a sus quehaceres cotidianos, en Marca les hacíamos la maleta. No es una crítica. Es una realidad. Por la redacción empezaron a aparecer tíos con cajas. Parecían sherpas. Cuando se fueron los sherpas, entró en acción otra cordada: Paz Aparicio, jefa de la expedición de aquí a que nos larguemos, Beatriz Guzmán, fotógrafa de la expedición, Pilar Ruiz y Patricia Fernández, ‘gerentas’ de la expedición, y un servidor.

Paso a paso

Desempaquetar todo, clasificarlo por tallas, desde la mejor bota hasta el último calcetín, pasando por un llavero y siguiendo por la barra de protección labial, fue una tarea de verdaderos sherpas. Poner a cada cosa el nombre del expedicionario, hacer los once montones correspondientes a cada uno fue divertido: "¡Me faltan los calcetines de Amavisca!" "¿Dónde está el termo de Theresa Zabell?" "¿Por qué Gervasio Deferr tiene tres bastones?" "¡Los mejores calzoncillos para el médico, que no se ponga malo".

Tiempo récord

El caso es que hicimos treinta y tres petates de material en menos de cuatro horas. Todos perfectamente ordenados, sin que faltase ni sobrase nada. Bueno, falta un bastón. Es un milagro. Treinta y tres petates. Tres por persona. Echen cuentas: seis deportistas, dos guías, un médico y dos periodistas. Si no salen treinta y tres bultos, tendremos que empezar hoy de nuevo. A media tarde, con todo perfectamente empaquetado, colocado y en orden, apareció Juanito Oiarzabal a supervisar. No puso más que pegas. Que si hay que aligerar peso, que si falta esto, que si sobra lo otro. Mal empezamos, Juanito. Mal empezamos. A las ‘máquinas’ que me ayudaron, gracias.