18/12/2005

Y encima nos vamos a pelar de frío…

Después de hablar con el doctor Gandía, me puse a investigar un asunto que yo había calibrado menor: el frío. Como en enero estaremos en pleno verano austral, siempre había pensado en el frío como algo secundario. Pero creo que no. Creo que va a ser un asunto primario. Investigando temperaturas de temporadas anteriores, he comprobado que, a 5.000 metros, se puede dormir, tranquilamente, a 20 bajo cero. Escalofriante. Esa es la misma temperatura a la que dormíamos en el Everest a finales de abril. Ya en mayo, la cosa se fue templando. Recuerdo el momento de entrar en el saco como uno de los más duros del día. Entrar a oscuras en el desorden de la tienda, buscar el saco, abrirlo, quitarse las botas y meterse era un suplicio hasta que aquello cogía calor.

Batallitas

Recuerdo haberme metido en el saco con la siguiente indumentaria, de abajo a arriba: calcetines de trekking, calcetines polares, pantalón polar, calzoncillos, camiseta polar, chaleco polar, chaqueta de plumas, bufanda polar, gorro y guantes. Cuando aquello entraba en ebullición, había que empezar a desnudarse. Al rato, la chaqueta de plumas. Sobre las tres de la mañana, el gorro, los guantes y el pantalón. Más tarde, el chaleco polar. Luego, los calcetines polares. Me quedaba con la camiseta, los calzoncillos y los calcetines. Y así, cada día.

Mañana, concentración

Mañana se concentra el grupo en Panticosa. Es la primera vez que la expedición se ve las caras. Habrá reconocimiento médico por la mañana, reparto de material, radio tras la comida, tratamiento de relax y reunión técnica. Al día siguiente, primera salida a la montaña. Vamos, como la jornada de convivencia de Luis Aragonés.