Ayer, mientras esperábamos en el aeropuerto, pedimos un agua y un zumo de naranja. “Pago yo”, dijo Theresa. “No, ¿por qué”. “Porque la cuenta son 4,70 euros. 470. Como mi barco”. Espero que no me saque una invitación de 6.962 euros. O sea, 6.962 metros. Como el Aconcagua. Mi montaña.
Aquí hay equipo
La cuestión es que fue un placer ver de nuevo reunidos a los miembros de la
expedición. Ver que la gente ha congeniado, que el trayecto en microbús desde
el aeropuerto al ayuntamiento de Pozuelo fue el de un auténtico equipo. Con
Amavisca repartiendo gominolas, Juanito intentando cuadrar el presupuesto ante
la juerga general. Unas veces le falta dinero y otras le sobran varios millones
de euros. O haciendo bromas macabras sobre el seguro de vida. “A más de una
le interesa que casquemos”. O poniendo todas las miradas sobre Gervasio, el
gran sufridor en la salida de Panticosa: “¿Has entrenado? ¿Te estás cuidando?”.
Y preguntándole a Juanito mil detalles más. Por ejemplo, cuántos kilos de jamón
ibérico ha conseguido para la expedición.
Hasta la próxima
La gente empezó a tomar conciencia de la situación en la despedida. “La próxima
vez, nos vemos en el avión”. Ese día, hay gente que todavía tendrá que trabajar.
Chema Martínez correrá el cross de Fuensalida por la mañana y Martín Fiz lo
comentará en la tele. Lo mismo que Amavisca, que narrará el partido del Madrid
y luego irá al aeropuerto. Pero lo importante es que ya hay ambiente de expedición.
Hay equipo. Un gran equipo.