20/01/2006

Gervasio Deferr, en el ánimo
de todos

Se veía venir. Después de coronar el Cerro Bonete en una gran jornada, Gervasio Deferr quedó tocado y ya no pudo ascender a Nido de Cóndores al día siguiente. Todos sabíamos que sin esa noche de aclimatación Gervi lo tenía muy crudo. Ayer luchó esperando el milagro, se quedó con la montaña hasta que no pudo más. Sufrió y se lo dejó todo. Se partió el alma. Le vi sentarse. Después observé cómo llegó hasta él Juan Vallejo. Yo seguí ascendiendo. Para Gervi tuvo que ser el tren que se escapaba porque era el último de la fila. Cada poco volvía la cabeza y veía allá abajo a Gervi y a Juan Vallejo sentados. Le estaba consolando. Una de las veces que me di la vuelta ya sólo vi a Juan subiendo con poderío. La chaqueta naranja de Gervi ya no estaba. Todos los respetos y toda la admiración de esta expedición para el campeón, el tío más conocido del Aconcagua.

Mucho mejor

Me ha vuelto la moral. Ayer subí mejor. No bien, pero sí un poquito mejor que en los días previos. Le pegué un mordisco al reloj de hora y media con respecto a la última ascensión. Si me lo dicen antes de subir, no me lo creo. Así que aquí estoy, en Nido de Cóndores, escribiendo y sin dolor de cabeza. La última vez que estuve aquí era una piltrafa. El ambiente ha cambiado en la tienda. Amavisca ya no vomita. Se ríe y tiene mejor cara. Y Juanito está encantado de volver a cocinar en los quemadores y estar tirado encima del saco sin más techo que la tela de la tienda. Está relajado mientras a los demás el Aconcagua nos tiene comido el coco. Gracias a su experiencia esta noche cenaremos caliente: sopa y jamón. Una pequeña cena de homenaje y de recuerdo para Gervi. Está en el ánimo de todos.