25/01/2006

A punto de amanecer decidí darme la vuelta

Llevábamos más de 2 semanas de expedición y la verdad es que cada día me había encontrado fenomenal. Subir la montaña en el grupo con Fernando Escartín, Chema Martinez y Martin Fiz es algo que sobrepasaba mis mejores sueños. Al fin y al cabo ellos se dedican a deportes, como el atletismo y el ciclismo, que en nuestro país tienen fama de duros y yo, a la vela, que tiene fama de ser un deporte de pijos y niños de papá.

Pero desgraciadamente nunca se puede cantar victoria. En el ascenso a Nido de Cóndores ya para atacar la cumbre todavía me encontraba bien, pero en el posterior ascenso al Campo 2 en Berlín, donde íbamos a pasar la noche, empecé a notar que algo me había sentado mal. Al llegar a Berlín me metí dentro del saco totalmente destemplada y, después de vomitar, pasé así la noche.

A las 4 de la mañana sonó el despertador y, mientras Juanito nos preparó un Cola Cao para desayunar, nos vestimos para soportar el mal tiempo que hacía fuera. Capa sobre capa, creo que Chema ganó con 7, nos poníamos para intentar evitar congelarnos a 18 grados bajo cero y un viento de entre 20 y 30 nudos.

Yo me notaba muy floja, llevaba ya casi 24 horas sin comer y bebiendo poco. Notaba que mi ritmo iba bajando y no quería perjudicar al resto del equipo, sobre todo y teniendo en cuenta que el día de la ascensión a cumbre es el más largo de todos. Cuando llevábamos algo más de 2 horas y estaba a punto de amanecer, tomé la siempre difícil decisión de darme la vuelta. Al fin y al cabo una retirada a tiempo vale más que una victoria. Yo estoy contenta con este reto. Cuando empecé no tenía ni idea de hasta dónde iba a llegar y, sin embargo he tenido la suerte de ver la cumbre de Aconcagua desde muy cerca, a más de 6.000 m por encima del nivel de “mi mar”. A partir de ahora me gustaría que el deporte de la vela se considerase como lo que es: un deporte duro.

Gracias a todos por estos días que he pasado aquí. Es difícil venirte a tantos miles de kilómetros de casa con un grupo de personas con las que no has convivido nunca y encontrarte tan a gusto como nos hemos encontrado aquí. Es hora de dar las gracias. Primero a Marca por habernos dado la oportunidad de vivir una experiencia como ésta, que ha sido apasionante y que estoy segura nunca la podré repetir. Gracias Juanito por ser el más grande, por haber compartido con nosotros tus experiencias. Te hemos ayudado entre todos a que se te cierren las heridas de tus pies y nos sentimos orgullosos de ello. Gracias Fernando por todo lo que me has ayudado con tu experiencia que siempre estás dispuesto a compartir. Gracias Chema, eres la energía del grupo que nos transmites a todos. Gracias Martín por estar siempre animando a todo el grupo. Gracias Amavisca por amenizarnos las cenas y los ratos libres. Gracias Gervi por esas piruetas que nos has dedicado. Gracias Doctor por estar pendientes de todos incluso cuando tú no te encontrabas del todo bien. Gracias Juan Vallejo por ser el guía perfecto. Gracias Beatriz por retratar con tanta profesionalidad nuestra experiencia y por ser mi gran compañera. Y, por último, gracias a Roberto Palomar por ser el creador de esta idea y también por ser como eres.