Otro año más y otro cómodo triunfo del Barcelona. Ya son catorce años que los azulgrana ganan el derbi en su campo de manera consecutiva y diecinueve desde que el Espanyol consiguió su último triunfo. El de ayer fue un triunfo claro y sin peros. Los espanyolistas pueden quejarse del penalti que les pitó Daudén y que se convirtió en el tercer gol que sentenciaba el partido, pero no pueden utilizarlo como excusa para justificar el resultado y su mal partido. El Barcelona ganó con autoridad y pudo conseguir muchos más goles si hubiera tenido un poco más de acierto de cara al gol.

El Barcelona tenía una deuda pendiente con su afición y ayer la saldó. Hacía muchos encuentros, concretamente desde la visita del Real Madrid, que la afición no disfrutaba con su equipo y se marchaba a casa con una triste sensación. Ayer el público se fue contento porque vio a un gran Barcelona que fue siempre superior a su rival y que pudo marcar varios goles más.

Serra Ferrer contó con la pareja Kluivert-Rivaldo que ayer fue letal. No es nuevo, a estos jugadores se les da bien el Espanyol. Entre los dos le han marcado diez goles en los últimos años y ayer fueron los ejecutores del Espanyol. Kluivert dio dos asistencias y provocó un penalti, mientras que el brasileño marcó dos goles.

De principio a fin
El Barcelona encaró pronto el partido con el primer gol de Rivaldo. Tuvo muchas ocasiones, pero el segundo gol no llegó hasta dos minutos antes del descanso, merced a un excelente disparo de Xavi que había dejado a Guardiola en el banquillo. El partido parecía sentenciado, pero el Espanyol, con la entrada de Posse, redujo diferencias a los siete minutos de la reanudación. Unos minutos después se produjo la jugada conflictiva. Soldevilla toca ligeramente a Kluivert y Daudén pita penalti. Los espanyolistas se han quejado amargamente de esta jugada. Todos piensan que el árbitro se equivocó y que de esta manera cortó de cuajo su reacción. El problema del Espanyol es que no había entrado en el partido hasta el minuto siete de la segunda mitad. Dejó demasiado tiempo al Barcelona, que no desaprovechó la ocasión para encarrilar el triunfo desde el principio.
A partir de ese momento el partido ya no tuvo mayor historia. El Espanyol se vino abajo y no fue capaz de iniciar una nueva reacción. El Barcelona, con una buena ventaja en el marcador, jugó a sus anchas casi siempre y dispuso de muchas más ocasiones para marcar, pero la suerte no les acompañó salvo en el gol de Luis Enrique. El tanto de Arteaga a falta de dos minutos para la conclusión dejó el resultado final en el marcador.