LUIS F. ROJO · BARCELONA
No hay manera de que la afición del Barça se lleve una alegría. Ni con Serra Ferrer ni con Rexach. Es cierto que el equipo mejoró respecto a anteriores encuentros (incluso tuvo veinte minutos en la primera parte de gran fútbol), pero el resultado, que es lo que vale, volvió a ser decepcionante. Cada vez quedan menos jornadas para el final y cada vez está más crudo para los azulgrana entrar en la Champions. Después de los resultados de ayer, la diferencia es ya de cuatro puntos. La posibilidad de alcanzar al Deportivo y ser segundo también se ha desvanecido esta jornada. La situación del Barcelona se refleja en una afición que ayer dio la espalda al equipo. Apenas 45.000 espectadores acudieron al estadio.

Es cierto que el equipo mejoró respecto a los últimos partidos, pero eso era algo relativamente fácil. Hubo instantes en los que la afición vio un gran fútbol, pero sólo durante algunos minutos. Al equipo le falta la capacidad de sentenciar y frenar a un conjunto que va cuesta abajo.

Rexach no se atrevió a dar un cambio total al equipo. En vez de un 3-4-3 jugó con un 4-3-3 más conservador y con algunas decisiones sorprendentes. Puso a Zenden de lateral, a Rivaldo de extremo derecho y jugó sin un delantero centro nato al dejar a Dani y Alfonso en el banquillo. A la primera, el Celta ya le había hecho un gol. El Barça de Rexach no tenía nada de nuevo y se parecía demasiado al de Serra Ferrer. Fue entonces cuando el nuevo técnico se dio cuenta y apostó por el sistema que más le gusta. Alos veinte minutos cambió al 3-4-3, y un minuto después Gabri empataba.

A partir de ahí y hasta el descanso vinieron los mejores momentos del Barcelona. Fue como un regreso al pasado. Triangulaciones, juego al primer toque, búsqueda de los extremos... El público comenzó a disfrutar con un equipo que también daba la sensación de pasárselo bien. Los palos, alguna decisión arbitral y Cavallero evitaron que los azulgrana sentenciaran antes del descanso.

Al Celta le vino bien el descanso. El conjunto gallego tenía muy claro lo que debía hacer. No arriesgó absolutamente nada. Se atrincheró atrás con el único fin de no encajar un gol. Le salió bien, se defendió con orden y el Barça ya no era el del primer tiempo.

Más cambios
Pasaban los minutos y el Barcelona se iba enredando en sí mismo. Su juego empezó a ser espeso y le faltaba la frescura de la primera mitad. Rexach hizo más cambios. Devolvió a Rivaldo a la banda para quitarlo después de la entrada de Dani. Cocu por su parte pasó de interior a media punta. A pesar de todo, el Barcelona siguió creando ocasiones. Lo normal es que el Barcelona hubiera ganado el partido con comodidad, pero no estuvo fino a la hora de rematar, especialmente Luis Enrique que falló tres ocasiones clarísimas de gol.

El final fue lo peor del partido. Una vez que el colegiado pitó el final del encuentro los jugadores de ambos equipos tuvieron una tangana en el mismo césped. Gustavo López y Puyol fueron los protagonistas a los que se sumaron el resto de jugadores.