SERGIO BARRIOCANAL / La Coruña
Djalminha rescató el prestigio del derbi, que llevaba camino de ser el peor del siglo en lo futbolístico. Todo lo bueno, incluido el golazo del brasileño, sucedió en la segunda parte. En la primera sólo tensión: por el ambiente, por los ‘palos’ subterráneos, por Iturralde... En lo que se refiere al fútbol, el Depor encontró en contadas ocasiones la luz para combinar y tirar una pared. Posesión y dominio, pero la oscuridad llegaba a la hora de lanzar el útimo pase o inventar la manera de definir. Víctor sí desbordó por la derecha y Emerson, con poderío y verticalidad, acercaba al Depor al área de Pinto. Valerón intervino para hacer el juego más directo, pero luego cuando Doriva lo encontró tuvo más problemas.

Víctor Fernández, por las circunstancias o por convicción, sólo él lo sabe, modificó el dibujo del Celta y planteó el partido decididamente a la contra. Cedió el campo y el balón, dejó a Doriva sólo para anular a Valerón, forzó superioridad númerica Coira-Yago al Turu Flores en la banda zurda y otorgó libertad a Karpin. Pero todo el entramado defensivo llevaba implícito renunciar a la idea futbolística que caracteriza al Celta. Ofensivamente no dieron la cara. Tampoco estaban para mucho y además echaron de menos a Mostovoi, que no apareció por ningún sitio, y a Karpin sacrificado a defender. El Celta se marchó al descanso sin tirar a puerta y con Catanha suplicando un balón en condiciones y a ser posible a los pies y no a la cabeza.

En el minuto 25 el Deportivo se instaló definitivamente en terreno celeste. Por los costados, salvo dos gambeteos de Víctor a Tomás, lo tenía imposible. Recurrió a lo más difícil, al centro donde se estrellaba con los tres centrales del Celta. Dos veces combinó el Depor con claridad y a la segunda Iturralde observó el agarrón de Yago a Tristán. ¿Dentro o fuera? Para él, dentro. Penalti. Lo tira el Turu, no podía ser otro tratándose de un derbi. Se confió el argentino. No tomó carrera, la quiso poner en la escuadra y la echó fuera. El Depor pudo abrir el derbi y forzar al Celta a recuperar su estilo.

Todo lo que no había tirado el equipo de Víctor en la primera mitad lo lanzó en los primeros diez minutos de la segunda. Karpin y Doriva consecutivamente devolvieron la fe a su equipo, que con recuperar unos metros topaba con sus mejores jugadores.

La alarma sonó en el banquillo del Depor. Djalminha a escena. Sólo con el brasileño el equipo coruñés recuperó las formas. Djalma se la puso de rabona al Turu y el argentino se encontró con mil piernas en el remate. Pero el show del brasileño no habia hecho más que empezar. En el tramo decisivo se pegó una carrera por la derecha, se fijó en Yago que le acompañaba, la bajó con el tacón y mientras el defensa resbalaba hasta la publicidad, la acomodó a la izquierda para buscar el sitio imposible para Pinto. Ante esto, el Celta no pudo más que quitarse el sombrero y resignarse porque el excelente trabajo realizado lo ‘ninguneaba’ un brasileño que había surgido del banquillo.