América lanza su euro
con apellido Crossfire, la última joya de Chrysler
Del prototipo al hecho,
no hubo trecho El
desembarco europeo Galería
JESUS BENITEZ - Enviado especial a Detroit
¡Ay,
hijo mío, cómo es que te vas a Estados Unidos haciendo
una escala en Nueva York después de todo lo que ha pasado
con eso de las Torres Gemelas, decía Isabel Corrales
Pérez (mi madre) antes de que yo partiese hacia Detroit,
en el tradicional viaje anual, cual cigüeñas con dirección
a países cálidos en invierno, para el primer Salón
Internacional del Automóvil del 2002. La preocupación
de madre era lógica, pero mi obligación, cual transeunte
ajeno que no desinformado de los acontecimientos actuales, me
ha llevado una vez más a la Meca por antonomasia
del automovilismo: Detroit.
En
esta ciudad americana, cuna de los tres principales fabricantes
de coches del mundo (General Motors, Ford y Chrysler, que emplean
a un 85 % de los 600.000 habitantes con que cuenta esta gran urbe
de los EEUU), se exhibirán esta semana las primeras creaciones
de 2002 y, por extensión, se discutirá también
acerca del futuro inmediato que le depara al automóvil.
¿Dejaremos de rodar sobre asfalto para volar sobre él?
¿La gasolina pasará a mejor vida y utilizaremos
como combustible una pila o el pólen de las plantas? ¿Acaso
el coche del hombre moderno se perfila entre un concepto anfibio,
familiar y con opciones de viaje espacial?
No,
de momento, nada de esto tiene la más mínima base
a corto plazo. Pero, tal vez no vamos mal encaminados. Los
coches seguirán su evolución natural, respondiendo
a las demandas, necesidades y gustos del hombre que es, al fin
y al cabo, el que reclama y produce el automóvil. Los fabricantes
nunca olvidaremos que es el ser humano el que demanda y produce
un coche, señalaba Dieter Zetsche, presidente de
Chrysler, durante la presentación del nuevo Chrysler
Crossfire: la revelación, la sorpresa, la ingenuidad personificada
en forma de vehículo deportivo que ha deparado este
NAIAS (National Automotive International American Show) que abre
sus puertas en esta gélida ciudad estadounidense colindante
con Canadá.
Pero
permítanme la lincencia de ser atrevido al decir que este
no es un producto cualquiera que se mueve con gasolina. ¡No,
no y ¡no! El Chrysler Crossfire que llegará a España
a finales de diciembre con un precio aproximado a los 27.000
euros es una operación sin precedentes. Es la consecución
de una ofensiva mediática en el bosquejo automovilístico.
Verán. Se lo explicaré a ustedes con tranquilidad,
con ejercicio aséptico, simple y natural: el coche que
ustedes pueden observar en las fotos que ilustran este texto es
un ejercicio de imaginación y un pretexto de mercado fuera
de todo orden. No me andaré por las ramas.
Miren: este coche, deportivo, precioso, coupé, de 2.7
litros (V6), que aporta inicialmente unos 220 caballos de
potencia, futurista, diferenciador, máquina de sueños
acelerados, se fabricará en América, exclusivamente
para Europa. ¡Sí, desde América para Europa!
¡Qué pasada! Lo nunca visto. Lo nunca hecho ¿La
razón? nunca lo dirán, pero yo la interpreto
.
Veamos: todas las marcas con nombre y ringo rango (BMW, Porsche,
Mercedes, Ferrari, Lexus, etc, etc) se regodean con la cantidad
de coches de este tipo que venden, casi exclusivamente en el paraiso
americano siempre ávido de deportivos que exhiben
los sueños carrozados. Y por ello, a cualquier cerebro
con reflejos no se le escapa que la inteligencia de la Corporación
Chrysler haya parido el Crossfire con destino
inicial y exclusivo hacia la zona Euro.
¡Pues
claro que sí! Así es el competitivo mundo del automóvil.
Si Europa y su Euro envía las máquinas de sueños
a Estados Unidos, es normal que el principal fabricante de coches
de ese país reaccione y envíe a Europa su fórmula
de entender las máquinas de sueños, con el nombre
de Chrysler y apellido Crossfire, un modelo donde el 40% de
las piezas que lo componen es de origen Mercedes, el nuevo
compañero de viaje de la firma americana en este Siglo
XXI, y que mecánicamente es igual al SLK alemán.
Les puedo asegurar que este coche, el primero que se fabrica en
América exclusivamente para Europa, despertará en
pocos meses, desde su aparición, la pasión por él
desde su país de origen ¿Y entonces? ¡Pues
qué va a ser hombre!...: negocio y máquinas de sueños!
Por cierto, Chrysler, ¡enhorabuena!, ¡que listos sois!..
aunque mi madre no os perdona que una vez más me hallais
traido a Detroit con escala en Nueva York.
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