Vamos a ser sinceros:
la corona de 500 ya no es española. Se ha esfumado. Olvidense
de ella, ignoren su hecho efímero, su increíble, rápida
y desafortunada pérdida. Es evidente, público y notorio
que se ha volatilizado, que cambia de dueño, que nos dice
adiós, que nos ignora, que nos da la espalda. Esa corona,
la más grande corona, la anhelada y preciosa corona de 500,
está ya casi viajando en vuelo 'charter', privado, con billete
de 'first class' y aderezada con caviar y Moet Chandon (salmón
aparte) y también con el viento de cola (a favor en aeronáutica)
hacia Estados Unidos. Visto y no visto. Adiós, muy buenas.
El problema de Roberts es Rossi
Ayer, en Alemania, cayó el telón y tuvimos que
esperar a ver los créditos de una película horrible,
para conocer nuestra desagradable realidad. Los actores de este
mundial con apellido español estuvieron fuera de escena,
como extras de segunda, de tercera o de cuarta o de quinta, o con
la marcha atrás puesta. Yo qué se.
Me explicaré. Alex Crivillé, el número 1 que
tanto hemos ensalzado, encumbrado, magnificado, mitificado, se cayó
cuando marchaba octavo, en el espacio de la ruina, en la desagradable
ubicación de los oportunistas. 'Plash, Crash'. Caída.
Adiós a la corona, adiós a todo, abrazo a la desgracia,
al lamento. Y encima Checa, que había caído también
en el ensayo libre matinal, acaba noveno. Eso sí, tiene mérito.
Todo el mérito y también una recompensa, pues continúa
segundo del mundial, a 38 segundos del líder, Kenny Roberts
que, con el camión de la mudanza puesto en casa de Crivillé
para llevarse el Imperio, fue ayer tercero utilizando armas propias
de un 'cuatrero' con malas intenciones, pues echó a Capirossi
fuera de pista, chocando contra él sin miramientos, arrebatándole
el tercer puesto para robarle la 'diligencia', los puntos y su plaza
de camionero en la mudanza. Así las gasta.
Pero, fuera de los adjetivos grandilocuentes, de la constatacion
de un drama, ayer vivimos una gran carrera de motos en Alemania,
una de las más bonitas, intensas, competidas, estresantes,
paranoicas y alborotadas carreras de motos de los últimos
tiempos. Ganó Barros por segunda vez en lo que va de año
y por tercera en sus 15 de trayectoria deportiva en el Mundial y
Sito Pons, su jefe de equipo, saltó de alegría. Fue
el único español feliz ayer, y con razón.
Pero hubo más, mucho más. El futuro se hizo presente.
Rossi, qué grande es Rossi, cuanto mérito y futuro
tiene este italiano. Salió sexto en parrilla y tras un inicio
de carrera negativo, remontó desde el puesto 14 hasta llegar
a codearse, pasar y ridiculizar a todo hijo de vecino. Roberts,
el que está llamado a ser campeón, fue 'sucio' con
Capirossi, pero su problema es Rossi, porque sabe que tiene los
días contados |