JOSÉ M. CASTILLO
Si hay algo que caracterice a la temporada que está a
punto de comenzar es el cambio, en todas las instancias
y en todos los sentidos. La necesidad de encarrilar un
deporte que quedó muy tocado por el escándalo del Tour’98
y la llegada de nuevos valores, en lo deportivo, confluyen
en la temporada que va a comenzar, mañana mismo, en la
Challenge a Mallorca, la primera carrera del año en Europa.
El pelotón, convulsionado por un invierno plagado de
fichajes -de renombre muchos de ellos- afronta un primer
año del siglo XXIen el que la generación aún dominante,
la encabezada por Armstrong y Pantani, sobre todo, puede
tener su última oportunidad frente al empuje de los que
deben tomar el relevo, encabezados por un Ullrich a caballo
entre ambas por experiencia y con Garzelli y Heras, ganadores
el año pasado del Giro y la Vuelta, como principales exponentes.
Sin olvidar, por supuesto, a Joseba Beloki y otros jóvenes
de la talla de Freire.
Los equipos españoles han tomado, este año, caminos
diferentes. Como suele ser habitual, ONCE y Banesto enfrentan
sus filosofías. Los ‘amarillos’ se han reforzado hasta
convertirse en el equipo más temido a priori, con Beloki,
Igor y Olano como líderes. Banesto, sin embargo, ha apostado
por la juventud y la renovación desde el interior, buscando
el relevo en el liderato desde dentro, con Mancebo como
principal esperanza. Otro tanto le ha tocado hacer al
Kelme, obligado por la fuga de sus figuras, mientras el
Euskaltel se fortalecía con un fichaje, de los pocos que
puede hacer por su propica concepción, el de David Etxebarria,
además de conservar a su joya más preciada, Haimar Zubeldia,
pese a las ofertas que le llegaban de los grandes. Las
cartas ya están repartidas.