JOSE CARLOS DELGADO / Marca España ya es campeona del Mundo de fútbol sala. La supremacía de este deporte ya no es brasileña y la conquista de la ansiada medalla de oro coloca a nuestra selección en lo más alto de este deporte. Por fin llegó la revancha de 1996, gracias a la maestría de Javi Rodríguez desde el punto de doble penalti.

España inició el partido como lo deben hacer los campeones. Maniató a Brasil en defensa, elevó la presión sobre su línea de creación al máximo grado posible, dominó el balón y llevó la iniciativa en ataque. Y, todo esto, en tan sólo dos minutos. Muchas lecturas en tan poco tiempo. Esta es la grandeza del fútbol sala.

La selección supo aprovechar la falta de presencia canarinha y se adelantó en el marcador gracias a un penalti ejecutado magistralmente por Daniel. A partir de ese momento, cambió radicalmente la película del partido. España regaló el juego y Brasil se hizo el dominador absoluto. Mientras, el equipo de Lozano, alardeado por las intervenciones de Jesús, dio toda una cátedra en la faceta defensiva. Los tricampeones no estaban cómodos, sin embargo, el conjunto de Lacovino logró sacar rendimiento a su proceso de acoso y derribo y empató la contienda con un taconazo de Anderson. Cuando parecía que la selección ya estaba pidiendo el descanso, un golazo de ‘cuchara’ de Javi Sánchez devolvió la esperanza al combinado nacional. En el segundo periodo llegó el sufrimiento para España. El equipo de Lozano se mostró muy impreciso en ataque y los errores defensivos los solventó una y otra vez un providencial Jesús Clavería que fue, sin duda, el mejor jugador del partido. Hasta que hizo su aparición Javi Rodríguez. Su maestría desde el punto de doble penalti nos dio el título más soñado. Dos goles que valen su peso en oro.