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G.P. DE ITALIA
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CIRCUITO DE MUGELLO Jesús Benítez  
Tres películas con un mismo final: Checa líder
¿Ayer hubo carreras de motos en Italia?, no, hubo más, mucho más, muchísimo más. Revobinamos la cinta a gran velocidad y encontramos tres películas distintas con un mismo final. Esta es la primera: tres pilotos (todos italianos) se pelean durante veintitrés frenéticas vueltas por la victoria del Gran Premio de su país y, en las dos últimas, caen dos de ellos, primero Rossi y después Biaggi. ¿Y quién gana? El más astuto, el más convencido de su éxito, el que tenía todas las llaves para abrir la puerta de la gloria en el circuito de Mugello. Es decir, Loris Capirossi. El ‘invento’ que ha creado Sito Pons para recuperar su fama. Este piloto transalpino de 27 años de edad, que acumula tres títulos mundiales (dos en 125 y uno en 250) se llevó a su casa de Imola (distante sólo 60 kilómetros de Mugello) los vítores de su afición, una ducha con cava Segura Viudas, un trofeo con una navaja típica de la Scarpería Toscana, y el orgullo a raudales tras una demostración de grandiosidad, tras liderar una carrera de cabo a rabo, tras minar la moral de sus contrincantes hasta verlos esparcidos por el suelo. Y Sito Pons, su jefe de filas, el mismo que ha permitido que los grandes pilotos de nuestro país llegasen a 500, también se llevó un premio: el inigualable sabor de la victoria, el cielo y, en cierto modo, las cabezas gachas de sus rivales en este mundo de las carreras de motos en el que, no sólo hay carreras de motos, hay más, mucho más.
En la otra película del Gran Premio de Italia no salen actores italianos. Sólo vemos un protagonista español, Carlos Checa (Yamaha), y otro británico, Jeremy McWilliams, que hizo grande a una marca local (Aprilia). Estos dos pilotos fueron los otros intérpretes del grandioso, inigualable, electrizante e impresionante show de Mugello que, hasta que no vieron cumplido el minuto 44 de carrera, el del final, no acabaron de creerse que también serían premiados con un Oscar subíendo al podio en esta sexta carrera del año. El papel jugado por Checa le permitió lo que casi no esperaba: convertirse en el segundo piloto español de la historia que alcanza el liderazgo de un Mundial de 500. Casi nada. Checa, que partía desde la quinta posición de parrilla (algo tocado por las caídas de viernes y sábado) hizo una buena salida cubriendo la primera de las 23 vueltas previstas, en sexta posición. El resto de ‘su’ película sigue así: giro cuarto, se coloca cuarto. Se mantiene así hasta el séptimo, seguido de cerca por su compañero Biaggi. En el octavo, pasa a Roberts y se coloca tercero. En ese momento, observa que Capirossi intenta escaparse en solitario seguido por Rossi, y también ve como el hasta ayer líder exclusivo del Mundial, Roberts, flaquea y comienza a rodar río abajo. A partir de aquí, progresos y descubrimientos. ¿Y qué descubrió? Que la moto era inestable, que no le permitía pelear por el triunfo. Llegado este punto, su compañero Biaggi lo supera y, lógicamente, Carlos se ubica en la cuarta plaza y espera acontecimientos. Vuelta 16, o supera Barros, que había logrado la ‘pole’, pero no se inquieta. Dos giros después, Barros cae. Vuelta 22, efecto dominó, cae Rossi que peleaba con Capirossi por la victoria. Dos giros después, el último y definitivo, Biaggi también al suelo. Checa cruza la meta segundo sin hacer aspavientos seguido del meritorio británico McWilliams. Carlos acababa de empatar en el liderazgo del Mundial con Roberts que ayer, sólo pudo ser sexto.
La tercera película de Mugello es triste y desgraciada, de final malo y con lágrimas. Nada apasionante, simplemente negativa, real y horrible, espantosa, para no verla, para que cierren las salas de exhibición. Crivillé se cayó cuando marchaba en tierra de nadie, noveno, como un llanero solitario que no persigue botín alguno y al que todos los indios tienen a tiro, en el centro de la mirilla. Se cayó en el final de recta en la octava vuelta. Adiós a las esperanza creadas hace dos semanas en Francia, cuando ganó y se colocó a sólo 31 puntos del líder. “Ha sido una lástima”, señaló abatido, derrotado, cabreado e impotente el campeón de 500 añadiendo que, pese a partir desde el puesto 12 por las dos caídas que tuvo el sábado en sólo media hora “la salida fue buena y fui remontando posiciones, pero luego me fui al suelo al entrar demasiado rápido al final de la larga recta de Mugello. Sinceramente, no me encontraba a gusto sobre la moto en todo el fin de semana. Y es una pena que no haya podido sumar ningún punto. Qué más puedo decir”. Ahora, el número 1 del mundo marcha sexto del Campeonato a 41 puntos de los dos líderes Checa y Roberts.
Queda mucho Campeonato por delante, diez carreras más y 250 puntos en juego y Crivillé aún tiene mucho que decir. Al igual que su marca, Honda, que la verdad no gana para disgustos. Ayer, aunque ayer superó a la mítica firma MV Agusta en victorias de 500 (140) lo consiguió con un piloto que no es de la escudería oficial, Loris Capirossi. Como muestra de lo expuesto, al margen del pobre papel que están ofreciendo en las carreras disputadas hasta ahora, Okada finalizó ayer octavo a 19 segundos del vencedor y Gibernau a ¡27! Todo un mundo. Números cantan. Algo pasa y lo lamentable es que hoy tenían previsto quedarse a entrenar en Italia y a la vista de los acontecimientos, han preferido cancelar las pruebas. La próxima semana hay una nueva emisión del Mundial en Cataluña. ¿Adivinan el final?
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