* Una operación de hernia discal estuvo a punto
de dejarla paralítica
ANDRÉS GARCÍA * Madrid
Tesón, lucha y capacidad para no rendirse ante nada son
las notas predominantes en la vida de Joane Somarriba. Esta
ciclista, nacida hace 29 años en Guernica, está atravesando
los mejores momentos de su carrera deportiva, pero sólo
ella sabe lo que le ha costado llegar hasta lo más alto,
algo que difícilmente se podía imaginar cuando salía a pasear
en bici con su padre.
Este,
marino de profesión, aprovechaba las largas temporadas que
pasaba en tierra, para andar en bicicleta, primero por Bermeo
y luego por Sopelana, y poco a poco fue inculcando a Joane
su afición por el ciclismo. Al poco tiempo, y empujada por
su hermana Ainhoa, Somarriba se inscribió en una escuela
ciclista.
Una vez concluido el COU, dejó aparcados los estudios para
dedicarse de lleno al ciclismo. Con 14 años logró su primer
título de campeona de España en ruta. En 1991 ganó su primera
Emakumen Bira, una de las carreras más prestigiosas de España.
Fue entonces cuando Joane tuvo que enfrentarse a la etapa
más dura de su vida, debido a las complicaciones que surgieron
de una simple operación de hernia discal. En plena preparación
de los Juegos de Barcelona, Somarriba vio como en dicha
intervención cogía una infección en la columna vertebral,
que le dañó un centro nervioso y a punto estuvo de relegarla
a una silla de ruedas.
Postrada en cama, la idea de no poder montar nunca más en
bicicleta era un temor de infimas dimensiones, en comparación
con el de no volver a caminar. Pero a pesar de los malos
augurios de los médicos, Joane no se rindió, y el tesón
y la fuerza de voluntad que más tarde demostró en la carreteras
de Italia o Francia, lo puso en práctica en esa ocasión
en la Clínica Universitaria de Pamplona, donde comenzó su
recuperación. Primero, tres meses con el torso escayolado
para fijar las vértebras dañadas y luego todo un año acudiendo
a rehabilitación. Fue en esa época cuando conoció al que
ahora es su marido, el ciclista Ramontxu González Arrieta.
“Todo lo que sé de ciclismo se lo debo a él”, no se cansa
de repetir Somarriba cada vez que le preguntan por su esposo.
Y a fe que es cierto, porque con su ayuda la dos veces vencedora
del Giro ganó fondo y resistencia, como no podía ser de
otro modo tras afrontar jornadas de entrenamiento de 180
kilómetros y ascender tres o cuartos puertos de montaña
a rueda de Arrieta. Todo este esfuerzo pronto dio sus frutos.En
1994 se proclamó nuevamente campeona de España. Dos años
más tarde fue cuarta en el Giro. Fue entonces, cuando Joane
se dio cuenta de que si quería progresar tenía que hacerlo
fuera de España. Por eso emigró desde el equipo Hotel Txaguritxua
a Italia para codearse con las mejores.
Empezó desde abajo, como gregaria en el conjunto Sansón
de la por entonces intratable Luperini. En el 98, se marchó
al Alfa Lum para gozar del protagonismo que merecía y fue
sexta en el Giro, para lograr el triunfo final en las dos
ediciones siguientes. El año pasado sumó su primer Tour
de Francia, emulando de este modo a uno de sus ídolos: Miguel
Indurain. Además, paradojas del destino, lo logró portando
el dorsal 35, el mismo que llevó el campeón navarro cuando
subió a lo más alto del podio de París por primera vez en
1991. En su mente ya se ha marcado un nuevo objetivo: encontrar
un patrocinador y poner en marcha un equipo español en el
que su marido sea su director.
Un reto díficil de superar, pero Joane ya ha demostrado
con creces que para ella no existe casi nada que sea imposible
de conseguir.
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