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G.P. DE CATALUNYA
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CIRCUITO DE CATALUNYA Jesús Benítez  
!Qué día más negro!
Un drama espantoso con tintes horribles, macabros, lamentables, crueles. Esa fue la tétrica película que vimos ayer en Cataluña. No fue un Gran Premio de motos, no, ni mucho menos. Fue un espectáculo dantesco, pavoroso, duro, desagradable y, desgraciadamente, real como la vida misma. Eso fue lo que 85.000 personas empapadas, mustias, alicaidas, cabizbajas, hundidas en el lamento, vieron ayer en Montmeló: simplemente un drama bajo el diluvio, un chaparrón de desgracia. Todos lloraron por dentro y algunos por fuera, a cara descubierta. Y sólo un americano cantó feliz bajo la lluvia. No era Gene Kelly, era Kenny Roberts.
El hijo del marciano, claqueó con sus botas sobre la pista catalana, observando a su paso cuerpos de héroes españoles esparcidos por las cunetas, entre el barro y las piedras. Desastre, horror… Un jarro de agua fría. Apaga y vámonos. Checa, Crivillé, Gibernau y hasta el apuntador acabaron por los suelos, destruidos, humillados, encogidos de hombros y preguntándole al cielo gris: “¿Qué hemos hecho para merecer esto?”. Ellos sabrán. Lo único que está claro es que ganó Gene Kelly. Perdón, Kenny Roberts. "Singin' in the rain". Sí, eso, cantando bajo la lluvia, el estadounidense se anotó la segunda victoria del año en suelo español, tercera de la temporada, con la que refuerza, reafirma, solidifica, asienta su liderazgo en el Mundial de 500. ¡Chapeau, Roberts, Chapeau!.
Así se gana. Y además, así se celebra. El domingo no dio cortes de magas, como en Jerez, ni tuvo que levantar la mano para ganar, ni quiso imitar a toreros. Y el público soberano de Montmeló, los puristas del ‘estadio’ le concedieron el silencio, es decir el respeto. ¡Chapeau, Roberts, chapeau!. Por lo demás, ahí va el telegrama del desastre. Aguántenlo si pueden, si no, pónganse a llorar: salida cañón de Roberts, y en dos vueltas, endosa 5’4 segundos de ventaja sobre Abe, Checa y Barros.
Cuarta vuelta; Checa se cae, y Sete, sólo un giro después. Y mientras, Crivi, decimoprimero, luchando consigo mismo. Barros ilusiona a Sito Pons, su jefe, y empieza a recortar terreno a Roberts. Vuelta 7, está a 2’9 segundos. Vuelta 8, a 1’9. Vuelta 9, a 1’3. Vuelta 10, a 0’7. Y en la 11, Barros le pasa, coge terreno, y sólo un giro después, su moto se para. La batería se rompe. Una avería insólita en las Honda. Desilusión para Sito. Y para el ‘estadio’, que ve caerse en sus narices a Crivillé, al campeón del Mundo. Ya no hay españoles en carrera. ¡Qué día más negro!.
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