La situación que está viviendo Emilio Alzamora recuerda un poco
a la que sufrió Penélope, la mujer de Ulises en ‘La Odisea’. Ella,
cuando su marido fue dado por muerto en la guerra de Troya, recibió
múltiples propuestas de matrimonio a las que respondía siempre
pidiendo que esperasen hasta que acabara el abrigo que tejía para
su esposo. Fiel donde las hubiera, Penélope iba deshaciendo abrigos
para volver a tejerlos hasta que, por fin, regresó el que intuían
muerto.
Bien, ya es mundialmente conocido que Emilio dará el salto a 250
el año próximo y que Telefónica ha dado el visto bueno para que
pase a formar parte del equipo oficial de Honda que dirige el
italiano Gresini que, por cierto, ayer ganó en Japón. Y también
es conocido que fue el propio Alzamora el que solicitó ir a esa
escudería. Para cerrar el acuerdo, Telefónica puso como mediador
a Angel Nieto, que ha sido el director del equipo con el que Emilio
ha sido campeón de 125. Pero todo se está demorando hasta límites
de insufrible angustia.
En Brasil parecía que todo estaba atado, pero aún no hay firma
y, lógicamente, esta situación siempre afecta a los pilotos que
pierden su concentración, los nervios, la paciencia y, por extensión,
el control a la hora de rodar a más de doscientos kilómetros por
hora. De ahí que, durante estos días en Japón, hemos visto a Emilio
nervioso, preocupado, expectante, agobiado, tenso y esperando
como Penélope. Por ello, su genial actuación de ayer lo hace más
grande. Hemos visto a muchos otros que, en su caso, acababan por
los suelos. Evidentemente, una situación así es peligrosa, juega
con el futuro de los que la viven. Ojalá Emilio deje de tejer
pronto el abrigo de su salto a 250.
|