El
japonés Norifumi Abe (Yamaha) se adjudicó su primera victoria de la
temporada 'in extremis' ante la oposición del italiano Max Biaggi (Yamaha)
en el Gran Premio de Río de Janeiro de 500 c.c., el mismo en
el que se coronó el español Alex Crivillé (Honda, foto de la izquierda)
matemáticamente campeón del mundo de la máxima cilindrada. Ésta
es la primera vez en la historia del motociclismo español que un piloto
de esta nacionalidad se proclama campeón del mundo y también la primera
en los últimos 17 años que lo hace un europeo, frente al dominio de
estadounidenses y australianos, después de que en 1982 lo hiciera el
italiano Franco Uncini (Suzuki).
En esta ocasión hubo dos carreras completamente distintas. Una de los
que aspiraban a la victoria en el gran premio y la otra la de Crivillé
y Okada por el título mundial. Todo estaba a favor del español, pero
la carrera tenía que concluir y, desde luego, el japonés no se lo puso
nada fácil, hasta que cometió un error garrafal que le entregó en bandeja
el título al español, quien hasta ese momento había hecho una carrera
muy conservadora y se conformaba con entrar entre los diez primeros,
lo que le daba matemáticamente el título.
Por delante, fue el estadounidense Kenny Roberts (Suzuki), quien como
en anteriores grandes premios se puso a tirar fuerte en cabeza de la
misma llevándose tras su rebufo al japonés 'Tady' Okada, el más peligroso
y único rival de Álex Crivillé para coronarse campeón del mundo.
Las vueltas fueron transcurriendo y si bien Roberts y Okada consiguieron
abrir un hueco frente al más inmediato de sus grupos perseguidores,
en el que estaban el italiano Max Biaggi y el japonés Norifumi Abe,
ambos de Yamaha, además del brasileño Alex Barros (Honda) y el también
español Sete Gibernau (Honda), que fueron perdiendo algo de 'fuelle'
pasado el ecuador de la carrera.
Unos incómodos
'compañeros de viaje'
Mientras, algo más atrás, Álex Crivillé se colocaba cómodo en
décima posición, aunque sus 'compañeros de viaje' no eran nada agradables,
los australianos Garry McCoy (Yamaha) y Anthony Gobert (Muz Weber) y
el japonés Nobuatsu Aoki (Suzuki). Pero quedaba mucha carrera por delante,
prácticamente la mitad de la misma, cuando en la vuelta duodécima Okada
se ve rebasado por su compatriota Abe, quien tras realizar un gran esfuerzo
consiguió hacer desaparecer el hueco que habían conseguido sus rivales
e incluso rebasar a uno de ellos, Okada.
Fue entonces cuando el nipón cometió un error garrafal, al aproximarse
mucho a la moto de su rival en una apurada de frenada y tocar con la
rueda delantera de su Honda la trasera de Abe. Éste pudo continuar
sin problemas en donde estaba, pero Okada se tuvo que salir de la pista
para poder controlar la moto. Regresó, pero lo hizo detrás del grupo
de Crivillé. Sus opciones de retrasar el alirón del español eran nulas.
Sabedor de esa circunstancia, Crivillé se creció. La cabeza de carrera
estaba lejos. Okada no podía llegar y ya cualquier resultado valía.
El piloto español dejó hacer unas vueltas al australiano McCoy, antes
de doblegarle y, a pesar de los intentos de Okada, cerró todos los huecos
e impuso el ritmo que más le interesó para entrar sexto en línea de
meta, el sucesor del australiano ya tenía nombre propio, el del español
Álex Crivillé.
La
alegría de D'Antin
La otra historia de la carrera la protagonizaron quienes pugnaron
por el triunfo parcial. Biaggi quería conseguir la segunda consecutiva,
Roberts resarcirse de la desgracia de los dos últimos grandes premios
y Abe lograr su primera victoria de la temporada. Quien dio muestras
de no tener demasiadas opciones, aunque lo intentó, fue Kenny Roberts.
Las ansias de Biaggi y Abe y, sobre todo la efectividad de sus Yamaha
en la parte final de la carrera, resultaron un escollo imposible de
superar para el estadounidense.
Así, en las dos últimas vueltas Biaggi y Abe se pasaron y repasaron
sin apenas dejar hueco ni para sus carenados, que se llegaron a tocar
en multitud de ocasiones, pero esta vez primó la agresividad del nipón
sobre la eficacia del italiano y Abe, para satisfacción de su jefe de
equipo, el madrileño Luis D'Antín (que aparece con el japonés
en el podio), se adjudicó la victoria.
Caída
de Checa
Eclipsado por el 'efecto Crivillé', no puede pasar inadvertida la
gran carrera de Sete Gibernau (Honda), el mejor español en el circuito
'Nelson Piquet' de Jacarepaguá, que tras luchar enconadamente con el
grupo de cabeza logró una muy meritoria quinta plaza final. Lo mismo
se puede decir del murciano David de Gea, quien con una poco competitiva
Modenas KR 3 se peleó durante toda la carrera con el nipón oficial de
Aprilia Tetsuya Harada. Al final acabó decimocuarto, al ser superado
por Harada y, en la última vuelta, también por el estadounidense John
Kocinski (Honda).
El sevillano José Luis Cardoso (Honda) también brilló a gran altura,
aunque la inferioridad de su moto quedó patente una vez más y el piloto
andaluz se tuvo que conformar con la decimoséptima posición, aunque
esta vez por lo menos pudo acabar la carrera. El alicantino Juan Bautista
Borja (Honda) estuvo en el polo desafortunado. Durante los entrenamientos
libres matinales se produjo un pinzamiento del nervio ciático de la
pierna izquierda y aunque salió en carrera no pudo aguantar al no responderle
adecuadamente ese pie, el del cambio, por lo que entró en boxes en la
séptima vuelta. Carlos Checa fue aún menos afortunado, acabó cuarto
los entrenamientos con su Yamaha, pero no salió bien y sus prisas por
recuperar rápidamente el terreno le hicieron caerse en la segunda vuelta.
Ahí acabó su aventura carioca.
Alzamora,
tercero, sigue líder
Pero las alegrías españolas no acabaron con el título
de Crivillé, ya que Alzamora realizó una sensacional carrera
en 125 c.c. que se vio recompensada con el tercer puesto final. Su gran
rival en la lucha por el título, Melandri, dominó casi
toda la carrera, pero al final perdió su privilegiada posición
en favor del japonés Ueda y tuvo que conformarse con el segundo
puesto. En cuanto a Alzamora, remontó poco a poco con su estilo
habitual: poniendo en las frenadas la velocidad punta que a su moto
le faltaba en las rectas. El podio final (en la foto aparecen, de izquierda
a derecha, Melandri, Ueda y Alzamora) fue una justa recompensa a los
afanes del ilerdense, que mantiene el liderato provisional del Mundial,
con 6 puntos de ventaja sobre Melandri y 17 sobre Azuma.
El G.P. de Argentina, que se disputará la próxima semana,
será, así, decisivo. Tres pilotos lo afrontan con opciones,
Alzamora, Melandri y Azuma (con 207, 201 y 190 puntos, respectivamente),
aunque son los dos primeros pilotos los que tienen mayores posibilidades.
Veamos las principales alternativas: si Melandri gana, Emilio tendrá
que ser segundo para ganar el título; si el italiano es segundo,
Alzamora tendrá que ser tercero como mínimo; si Melandri
es tercero, Emilio tendrá que ser quinto como mínimo,
y por último, si Melandri es cuarto, Alzamora tendrá que
ser, como mínimo, octavo.
Rossi, el campeón
mundial de 250 c.c. más joven
En 250
c.c. hubo mucho menos historia, ya que Valentino Rossi evidenció
un dominio incontestable. El piloto de Aprilia dominó de manera
apabullante, ya que salió muy mal y tuvo que remontar. Pero ni
eso fue impedimento para el transalpino, que consiguió la victoria
y, de paso, el título, el segundo de su carrera deportiva. Además,
Rossi se ha convertido en el más joven campeón mundial
de la categoría de 250 c.c. de la historia, ya que tiene 20 años
y 250 días, mientras que el anterior 'plusmarquista', el mítico
Mike Hailwood, fue campeón, en 1961, con 21 años y 168 días.
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