CUANDO ERA PEQUEÑO...
¿Sabes? De pequeño yo iba para nadador. En serio, no
me mires así >>.
Sbía que su padre, Emilio, y su madre, Marisa, le llevaban
habitualmente al Club Natación Barcelona cuando apenas era
un niño, junto a su hermana mayor, Marisa, pero de ahí
a que el chaval tuviera grandes dotes natatorias, la verdad, no.
Eso sí, la vida de Emilio Sánchez vicario siempre
ha estado ligada de algún modo al deporte. Tambieén,
desde que nació comenzó a desarrollar en su interior
genes de nómada, algo que, más entrado en años,
cumple con una raqueta bajo el brazo.
El destino de Emilio ha ido unido, en sus albores, al de su progenitor,
Emilio Sánchez Benito: " Yo nací en Madrid por
casualidad, porque en esa época del año mi padre estaba
trabajando en León. Por razones de trabajo le trasladaron
unos meses a Madrid y allí nacimos mi hermana mayor y yo.
Sin embargo, nunca dejamos nuestro domicilio en León y al
cabo de un mes regresamos allí ".
Los primeros años de infancia y pavulario los pasó
en la capital de Navarra, Pamplona: "Mi padre es ingeniero
de montes y debido a su trabajo iba continuamente de un lado para
otro hasta que, por fin, pudo asentarse de forma definitiva en Barcelona.
Obviamente no recuerdo casi nada de mis años en Navarra.
Sé, porque me lo han contado mis pares, que todos éramos
socios del Club Tenis Pamplona, pero ninguno jugaba al tenis. En
mi familia no existe ningún antecedente tenístico".
En Pamplona nació Javier, el otro varón del clan
que, cómo no, también se dedicó al tenis. Los
dos hijos mayores, Marisa y Emilio, se llevan un año y dos
meses de edad ente ellos. Javier es casi tres años y dos
meses más joven que Emilio y la pequeña de la casa,
arantxa, que ya nació en Barcelona, llegó al mundo
cuando Javier había cumplido los tres años.
La mamá, Marisa, nacida en Avila, ha contado con las largastertulias
a las que obligan las horas de espera en los torneos tenísticos,
que Javier nació a contrapelo y que a Arantxa no la esperaban
por que tenían la intención de qudarse con tres hijos.
Llegó el día, cuando nuestro protagonista contaba
cinco años de edad, que a su padre le hicieron una oferta
de trabajo en la Ciudad Condal, y la familia, acostumbrada ya al
trajín de ir de un lado para otro, la aceptó.
"Mis padres, como la inmensa mayoría de los padres del
mundo, se preocuparon por nuestros estudios y quisieron que hicié
deporte. Nos apuntaron a mi hermana Marisa y a mí a natación
y durante tres meses acudíamos tres veces por semana al Clu
Natación Barcelona. No sé lo que pasó, pero
la cuestión es que de golpe y porrazo ya no fuimos más".
Y la familia cambió el agua por la raqueta. Ocurrió
que un día, el padre, Emilio, pasó por casualidad
por las oficinas de una empresa que promocionaba la creación
de un club d tenis llamado Pedralbes, "pero lo curioso del
caso es que lo que le llamó la atención a mi madre
no fueron las pistas de tenis, sino una pista e esquí artificial
que pensaban construir en el club. Eso fue lo que atrajo a mis padres
en el momento de inscribirnos a todos como socios".
Bendita la hora en que aquello ocurrió, deben estar ahora
pensando los progenitores, porque de la decisión de trasladarse
a Barcelona, y de apuntarse al Club Tenis Pedralbes, haqn salido
cuatro grandes jugadores e tenis que ha hecho a la familia Sánchez
Vicaio la más famosa y envidiada del país.
"Si quieres que te diga la verdad, no guardo muy buenos recuerdos
de mis comienzos tenísticos. Más bien todo lo contrario,
fueron días muy tristes y duros", recuerda un Emilio
Sánchez, quien esta temporada ha acabado octavo en la lista
de ganancias de la ATP en 1991 con más de sesenta millones
de pesetas de ingresos en torneos oficiales, superando, incluso,
al mismísimo Agassi.
La honestidad y sinceridad de Emilio, como siempre, relucen con
el oro, de ahí que debamos tomarle muy en serio cuando nos
cuenta, con todo lujo de detalles, las razones de sus comienzos
muy durps como tenista: "Yo era el más bajito y el más
gordito de todos los niños de la escuela de tenis. Por esa
razón me llamaban "El Bolita". Algo que no me hacía
demasiada gracia, vamos, ninguna. Encima, era el peor del grupo
y todos los niños, mucho más altos y fuertes que yo,
me ganaban siempre que jugabamos un partido. Me sentía como
el patito feo del cuento".
Era tal su diferencia con los niños de su edad que los técnicos,
para no echarlo, decidieron que se entrenara con las niñas:
"Si no llega a ser por mi padre, que me insuflaba ánimos
y capacidad de sufrimiento a tan corta edad, tan sólo ocoh
años, hubiera mandado el tenis a freir esparragos".
De hecho, el Emilio Sánchez Vicario que hoy conocemos hubiera
dejado el tenis de no haber aparecido en su vida un hombre que cambiaría
el rumbo y el destino de su vida: William Pato Alvarez. Al técnico
colombiano le llamaban Pato desde niño porque siempre había
sido muy estirado y,con los años, se le quedó el pecho
salido y el trasero hacia atrás. De ahí le viene al
colombiano el apodo.
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