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PERICO CREE QUE LA
LLUVIA HA ACABADO CON LAS ILUSIONES DE ALGUNOS |
Qué ingrato es
a veces el ciclismo |
Sabes
que el Tour es una carrera muy dura y selectiva, pero te presentas
en la salida con un baúl cargado de ilusiones, después
de muchos entrenamientos y mucho sufrimiento para estar en las
mejores condiciones, hasta que te encuentras, en un abrir y
cerrar de ojos, caído en el suelo y a punto de abandonar.
O una caída delante que te aleja de tus posibilidades
en la general, o uno que se queda cortado delante de ti y te
deja detrás. Nardello, Millar y Tauler, por ejemplo,
ya saben lo que es sufrir eso.
Curiosamente, cuando acaba una
etapa como la de ayer te sientes contento en el hotel, pese
a ser intrascendente, porque sabes que hay muchas más
posibilidades de perder la posición ventajosa en la general
que de ganar algo y que por mucho que tú controles todos
los parámetros posibles, siempre hay algunos que escapan
a tu dominio. Esto es precisamente lo que hace que el Tour sea
el Tour, una carrera distinta con una tensión suplementaria.
La razón de esta tensión
son las carreteras estrechas y sinuosas por las que discurren
normalmente estas primeras etapas, a diferencia del Giro o la
Vuelta, que suelen ir por rutas más anchas en las que
el trabajo en grupo es más fácil. Pero sobre todo
la tensión se produce porque al Tour llegan motivados
todos los corredores, mientras que en la Vuelta y en el Giro
son sólo el 70 por ciento los que disputan, mientras
que el resto va más tranquilo.
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