Se dice mucho que hay que estar atento y avisado, pero sólo algunas
veces te quedas fuera del abanico por descuido. Ayer, por ejemplo, todos
sabían que había peligro. En los abanicos, el corredor que está delante
es el que arriesga un poco más y domina la bicicleta, además de mover
un buen desarrollo. Por muchas ganas que tengas, si no eres capaz de
mover un desarrollo grande, te quedas fuera. Por eso los escaladores
tienen siempre las de perder, porque carecen de la fuerza necesaria.
En la Vuelta del 96 lo viví, aunque en aquella ocasión yo estaba delante.
Se aceleró en un puerto al esprintar por los puntos de la montaña y
acabó rompiéndose el pelotón. Eso sí, la ONCE siempre estaba por ahí.
Si el corte te pilla delante también necesitas fuerzas porque, como
hay que ir rotando, en cuanto no puedas mover el desarrollo necesario
te vas para atrás. Pero peor que eso es cuando vas delante y te hacen
parar porque el líder del equipo está detrás.
Me pasó en el Tour'90, cuando yo iba con Lemond y todos los líderes
y tuve que esperar porque Perico estaba detrás. En el momento no te
sienta bien, aunque luego ya lo entiendes. Antes se corría de forma
más individual, mientras que ahora los equipos van agrupados: si entra
uno entran todos y al revés. Es lo que le ocurrió al Kelme, aunque el
tiempo perdido no es tan importante. Es más el golpe moral y eso puede
llevarles a reaccionar hoy con rabia para vengarse. Sería un error,
porque habrá mejores ocasiones para hacer daño de verdad.
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