Euskaltel
trabajó ayer en busca del triunfo y lo consiguió, algo que
no siempre ocurre. Además, dio en la diana en el mejor escenario
posible, porque Luz Ardiden es casi un puerto español. Los
corredores lo conocen muy bien y estás casi como en casa,
a diferencia de los Alpes, donde hay más holandeses y franceses.
El apoyo se nota mucho, sobre todo cuando te juegas la etapa.
Cuando yo pasé por la curva en la que estaba Laiseka en el
90 no le vi, desde luego, del mismo modo que él no tuvo tiempo
para ir fijándose en toda la gente que se agolpaba a su alrededor.
Cuando yo pasé aquel año, en compañía de Lemond y de Marino,
lo único que pensaba era en ganar la etapa. El que se jugaba
la general era Lemond con Chiappucci, que había atacado en
el Aspin y le habíamos cogido en las primeras rampas de Luz
Ardiden. Luego se quedó Marino y yo ataqué a 500 metros de
meta para ganar. Esa victoria me dio mucha moral porque el
trabajo que hacía para mejorar en montaña daba sus frutos.
Ya hay un ganador español más después de Cubino, Perico y
yo, lo que confirma lo que ayuda el correr entre aficionados
de casa.
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