Se habla de cambio generacional en nuestro ciclismo y de hecho es ley
de vida que sea así, pero ayer el lema de 'los viejos rockeros nunca
mueren' fue al que se aferraron Zülle y Abraham Olano para dar un golpe
en favor de su orgullo herido en las últimas competiciones en las que
estuvieron inmersos.
Una lección de saber rodar, arriesgar y sufrir sobre la bici que demostró
una vez más que para ganar hay que dar muy fuerte a los pedales y saber
mantener el dolor de piernas cuando éstas parecen a punto de reventar.
La de Zülle y Olano, en fin, fue una lección para esos jóvenes de la
nueva generación demostrándoles que no todo es juventud y fuerza para
conseguir triunfos. La experiencia y el amor propio también sirven para
lograrlos. Esto es una señal de lo que puede ocurrir en esta Vuelta,
porque seguro que Escartín también tendrá mucho que aportar en las etapas
de montaña.
La decepción del día fue Ullrich, pero desde mi punto de vista la etapa
tenía demasiados riesgos para un corredor que, como él, es capaz de
recuperar los segundos que ha perdido en lo que queda de Vuelta, porque
esto no ha hecho más que empezar.
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