Los Lagos, qué buenos recuerdos me trae ese puerto en el que gané en
1985 y 1992. Siempre he dicho que es una ascensión extraña en la que
he tenido sensaciones contradictorias. Unas veces empecé mal, temiendo
que no iba a poder estar delante, pero al cabo de los kilómetros iba
mejorando y hasta ganaba. Otras, por contra, llegaba pensando “se van
a enterar”, y al subir, las piernas no iban.
Es un puerto en el que no sabes cómo vas a responder. En el 89 creía
que no iba a tener problemas y cuando me atacó Parra no podía. Se marchó
y me puso la Vuelta muy difícil, aunque al final gané. Hoy, se prevé
una lucha de Heras contra todos; intentará coger el ‘amarillo’. Pero,
aun siendo un escalador, los Lagos pueden pasar factura. Es el Festina
el que tiene que controlar para defender a Casero y eso puede dejarle
bastante solo en las etapas de montaña frente a la ofensiva del Kelme.
El tramo de la Huesera, el más duro, no es el mejor para atacar. Las
dos veces que gané lo hice justo después, porque cuando arranqué en
esa parte me cogieron. Nada más pasar la Huesera está el punto clave,
en el que se puede hacer más daño tras la selección natural que hace
ese tramo tan duro.
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