Comienzan las primeras escaramuzas en una primera semana en la que los
favoritos tantean sus fuerzas. Son jornadas temidas por muchos porque
la carrera se te puede complicar de una manera aparentemente inocente.
Son días para mantener las opciones de ganar evitando caídas, pinchazos
inoportunos y enfermedades, cuestiones no muy banales.
Pero si hay algo que me trae de cabeza son los temidos abanicos, pues
en esos momentos de histeria colectiva por el ansia de coger el grupo
delantero, el corredor piensa, sobre todo, en una caída. Por eso surge
una actitud conservadora que, en esos momentos de meter codos, de contactos
y forcejeos, hace que pierdas el tren de cabeza. Es mejor perder un
minuto que ver multiplicada esa diferencia a causa de un percance.
Al Kelme le ha tocado la peor parte y, como era de esperar, sus rivales
no le han perdonado. El tiempo que han perdido, sin ser fatal, es duro
de aceptar para Heras y Escartín. El golpe es moral. Y que nadie dude
que hoy podrían sacarse la espina en el Xorret de Catí. Corren en casa
y por tanto tendrán una doble motivación, aunque no hay un terreno lo
suficientemente selectivo.
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