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El Reto MARCA - Aconcagua'06

El diario de Roberto Palomar

Adiós al Aconcagua

Nos hemos largado. Ya no estamos en el campo base del Aconcagua. Adiós al saco gordo de la cremallera estropeada. A orinar a favor de viento para no ponerse perdido. A las galletas, duras como piedras, del desayuno. A las piernas cansadas. A la respiración agitada. A la pulcritud de Theresa Zabell. A los silencios de Escartín. ...

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La experiencia de Juanito Oiarzabal

“Incluso pensamos en darnos la vuelta”

Allá en la base de la Canaleta, aún a más de 6.000 metros, antes de exponerse de nuevo al azote de un viento terrorífico, las palabras de Juanito Oiarzabal eran agónicas. Su voz de serrucho viró a la de un tipo que se ahoga. Entre estertores, el montañero relató por la radio lo que estaba pasando: “No he podido contactar desde la cumbre porque hacía un frío terrible.

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La crónica

Entrevista con Juan Gandía

18/12/2005

"Lo que más me preocupa es el frío"

Roberto Palomar. Madrid

El doctor Juan Gandía es especialista en traumatología y ortopedia. Dirige el centro de medicina del deporte del Ayuntamiento de Vitoria desde 1981 y lleva veinticinco años tratando montañeros en su consulta. En el año 1985, diseñó una expedición científica al Cho Oyu (8.201 metros) que hoy recuerda no sin nostalgia: "Fue un gran trabajo de campo. Hicimos que los alpinistas cargaran hasta con una bicicleta estática para hacerles pruebas en el campo base. Llegamos hasta a pesar las heces. Queríamos hacer un buen estudio de los efectos de la altura en el organismo y tras aquella expedición, publicamos un buen trabajo. Curiosamente, fue la expedición en la que Juanito Oiarzabal consiguió el primer ‘ochomil’ de su carrera".

Aunque Gandía no estuvo presente en aquella expedición, tiene experiencia en montaña y está con ganas de afrontar el reto de subir al Aconcagua pese a que, más que nadie, el doctor va a trabajar: "Tengo que cuidarles y, sobre todo, habrá que estar muy atentos al asunto de la altura. Por estadística, está claro que alguno de los miembros de la expedición va a sufrir los síntomas del llamado mal de altura".

¿Qué les recomienda?

De momento, nada. Hay que llegar en las mejores condiciones, pero ni siquiera la forma física es determinante. Los fondistas, como Martín Fiz o Chema Martínez, no van a tener ninguna ventaja sobre Theresa Zabell o Gervasio Deferr, que practican otras modalidades. La adaptación a la altura viene dada por unos parámetros totalmente subjetivos.

¿Puede saber quién se adapta mejor o peor?

En la concentración de Panticosa vamos a establecer un protocolo, un test llamado Lake Louise, con preguntas que nos pueden dar alguna pista. Pero hasta que no estemos allí, no lo sabremos. Allí es donde habrá que decidir si se puede seguir para arriba o para abajo. Habrá que tomar decisiones gusten o no gusten, aunque todo dependerá de la responsabilidad de cada uno.

¿Cómo les va a controlar?

Va a haber un control diario y absolutamente personalizado. Realizaremos un test cada día. Prácticamente, lo que menos me preocupa son las lesiones normales: esguinces, golpes y cosas de esas. Eso se solventa fácilmente. Para eso y para asuntos comunes como el dolor de cabeza, llevamos un buen botiquín. Con lo que hay que tener cuidado es con la altura y con el frío.

¿Con el frío?

Mire, el frío de una montaña viene marcado por la latitud casi más que por la altura. Y el Aconcagua está muy al sur. Luego, hace mucho frío. Es igual que la Antártida. ¿Por qué hace frío en la Antártida? Porque está en el sur. Yo he hablado con muchas gente que ha estado en el Aconcagua y me han dicho que nos vayamos preparando. Vamos a pasar mucho frío. Aunque sea una montaña relativamente sencilla, el Aconcagua es un pequeño Himalaya.

¿Usted cree que subirán todos?

Estadísticamente, hay que contar con la posibilidad de que alguno no pueda subir. A todos nos va a doler la cabeza en algún momento, eso lo tengo claro. Pero lo que hay que determinar es hasta dónde llega el insomnio, la falta de apetito o la desorientación. Eso es lo que hay que vigilar.

Los fondistas Chema Martínez y Martín Fiz o el ciclista Fernando Escartín o Amavisca o la misma Theresa Zabell van muy delgados. El más musculado es el gimnasta Gervasio Deferr ¿le preocupan los flacos?

No, no especialmente. Puede haber pérdida de peso o de masa muscular pero eso no va a determinar la adaptación a la altura. No creo que los que tenemos un poco más de grasa tengamos ventaja, para entendernos. Tampoco va a haber una permanencia en la altura como para una pérdida excesiva. Esto no es una expedición al Himalaya, con estancias de casi tres meses.

Martín Fiz, por ejemplo, va a llevar un pulsómetro, ¿eso a usted le sirve de algo?

De nada. Insisto, lo de la altura es absolutamente subjetivo. Llevo veinticinco años tratando montañeros y me han contado de todo. Gente que a una altura normal no hay quien les siga y que, cuando llegan al Himalaya, no pueden dar un paso. Y al revés, gente que va por detrás de los buenos a una altura normal y en el Himalaya se adapta bien y se iguala a ellos. Se ha estudiado mucho sobre el tema de la altitud y todavía se pueden sacar muchas conclusiones. Personalmente, para mí va a ser una experiencia poder vivirlo directamente. Mi experiencia en altura se limita a los cuatro mil metros.

Usted es traumatólogo pero ¿está preparado para hacer también de psicólogo?

Normalmente, la gente que va a la montaña es gente experta que sabe a lo que va. En este caso, no son montañeros habituales, pero todos ellos han triunfado en sus disciplinas. Saben sufrir. Han llegado a lo más alto porque tienen algo especial. Vamos a ver si ese ‘algo’ es extrapolable a la montaña.

¿Algún consejo de última hora para la cordada?

Nada, que se cuiden, que lleguen en las mejores condiciones posibles y que se preparen para disfrutar.

Las crónicas

Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón (Madrid)

La Expedicin