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El Reto MARCA - Aconcagua'06

El diario de Roberto Palomar

Adiós al Aconcagua

Nos hemos largado. Ya no estamos en el campo base del Aconcagua. Adiós al saco gordo de la cremallera estropeada. A orinar a favor de viento para no ponerse perdido. A las galletas, duras como piedras, del desayuno. A las piernas cansadas. A la respiración agitada. A la pulcritud de Theresa Zabell. A los silencios de Escartín. ...

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La experiencia de Juanito Oiarzabal

“Incluso pensamos en darnos la vuelta”

Allá en la base de la Canaleta, aún a más de 6.000 metros, antes de exponerse de nuevo al azote de un viento terrorífico, las palabras de Juanito Oiarzabal eran agónicas. Su voz de serrucho viró a la de un tipo que se ahoga. Entre estertores, el montañero relató por la radio lo que estaba pasando: “No he podido contactar desde la cumbre porque hacía un frío terrible.

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La crÓnica

PROBLEMAS EN EL AEROPUERTO

10/01/2006

Para empezar, una bronca

Roberto Palomar

La llegada de la expedición Reto Marca 2006 a Buenos Aires estuvo envuelta en la polémica. Los trámites aduaneros estuvieron a punto de arruinar dos aspectos fundamentales para el correcto desarrollo de la misión: las comunicaciones y la comida.


El personal de aduanas no entendía que unos montañeros pretendiesen entrar en el país con tres teléfonos satélites, dos ordenadores, micrófonos, cámaras de fotos y demás artilugios necesarios para montar una pequeña redacción en el campo base del Aconcagua.


Tras un tira y afloja, el agente de aduanas se dio cuenta de que iba a ser peor el engorro de rellenar formularios e hizo la vista gorda: “Yo no he visto nada”, fueron sus palabras textuales.


Problemas con los ibéricos

Peor suerte tuvo el veterinario que tuvo que lidiar con Juanito. ¡Menuda bronca!. El hombre pidió abrir las bolsas de la comida. Juanito, muy hábil, le dio las bolsas de la comida liofilizada y ‘distrajo’ las de los productos ibéricos. El veterinario, en su papel, dijo que eso no entraba en el país. Juanito dijo que había subido 17 veces al Aconcagua y que eso entraba en el país. Y se armó. Terció Martín Fiz: “Tiene usted razón, pero déjenos meter la comida, por favor”. Y el tipo que no, que su trabajo era que esa comida no entrara, que había una ley del 2000...


Juanito, entonces, no aguantó más y estalló. Sacó de la mochila una postal con una foto suya. En el reverso, venía su curriculum: “¡Mira, éste soy yo! Estoy harto de subir al monte y nunca me han dicho nada. La comida siempre ha venido conmigo”. Y el tipo, impertérrito, aguantó el currículum de Juanito Oiarzabal sin mover un músculo. Mientras Martín terciaba de nuevo, Juanito optó por cambiar de estrategia. Fue tan surrealista como convincente. Puso su pie descalzo sobre la cinta transportadora de los equipajes y le espetó: “Mira, esto es lo que me ha pasado por subir al monte. Me han cortado los pies. Si tú, ahora, además nos quitas la comida, me vuelvo a casa y no vuelvo a subir nunca más”, le soltó al inflexible funcionario argentino.


La situación parecía sacada de una película de Fellini pero, en el tira y afloja, el veterinario acabó cediendo y pasó la comida liofilizada, el cerdo ibérico, los quesos y todo lo que tenía que pasar.


Fue el único incidente del viaje a Argentina. Eso y los treinta y cinco grados de temperatura en la ciudad de Mendoza, donde ahora se encuentra la expedición.


Hoy, los permisos

Para hoy están previstos más trámites. En una gestión personal, cada expedicionario tiene que personarse ante la autoridad y sacar su permiso de entrada al Parque Nacional del Aconcagua. Hay que ir pasaporte en mano y depositar en metálico los pesos que se exigen para seguir adelante. Un equivalente a trescientos treinta euros por persona, que es lo que cuesta la entrada en temporada alta.


Una vez cumplimentado, el grupo tendrá que embarcarse en otro nuevo viaje. Habrá que cargar los 28 bultos, dos bidones y bolsos de mano en un vehículo y trasladarse durante cuatro horas a Puente del Inca, el último lugar ‘civilizado’ antes de iniciar, mañana, la marcha de aproximación al Aconcagua.

 

Las crónicas

Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón (Madrid)

La Expedicin