Nos hemos largado. Ya no estamos en el campo base del Aconcagua. Adiós al saco gordo de la cremallera estropeada. A orinar a favor de viento para no ponerse perdido. A las galletas, duras como piedras, del desayuno. A las piernas cansadas. A la respiración agitada. A la pulcritud de Theresa Zabell. A los silencios de Escartín. ...
Leer másAllá en la base de la Canaleta, aún a más de 6.000 metros, antes de exponerse de nuevo al azote de un viento terrorífico, las palabras de Juanito Oiarzabal eran agónicas. Su voz de serrucho viró a la de un tipo que se ahoga. Entre estertores, el montañero relató por la radio lo que estaba pasando: “No he podido contactar desde la cumbre porque hacía un frío terrible.
Leer másLa crónica
Entrevista con Emilio Amavisca
26/12/2005
Una entrevista de Roberto Palomar
De subir la banda izquierda en el Madrid, el Depor o la Selección,
a subir el Aconcagua. Emilio Amavisca, sin antecedentes aventureros
más allá del césped, se atreve con el pico
más alto de América.
¿Cómo lo lleva? ¿Se está entrenando
por la playa de Laredo para llegar en forma al Aconcagua?
No, por la playa, no. No se puede. Estoy saliendo a correr, pero
por la carretera. Hace un frío tremendo. Así que ya
me estoy acostumbrando. Los parques, por ejemplo, están helados.
El día de Nochebuena me apunté a la carrera tradicional
de Laredo, una prueba de 8.600 metros de distancia. No está
mal.
El campo base del Aconcagua, en Plaza Mulas, está dando
temperaturas máximas de nueve grados bajo cero.
¿Cómo? ¡Nueve bajo cero! Bueno, pues entonces
aquí habrá que correr en pelotas para ir habituándose.
Después de hablar con varios expedicionarios, debo confesar
que a usted se le ve con muchas ganas. Puede que sea el que más
ganas tenga, fíjese.
Es que estoy con muchas ganas. Después de planificarlo todo,
de conocer a los compañeros, de entrenar con asiduidad
La verdad es que somos un poco masocas.
Usted es otro de los que han recibido un apoyo fundamental de
su mujer desde el primer momento para emprender la aventura.
Puedo decir que fue ella quien me animó. Cuando le conté
la posibilidad de ir al Aconcagua en las condiciones que nosotros
vamos a tener, me dijo que era una oportunidad única, algo
que sólo se presenta una vez en la vida y que no podía
dejarlo pasar. Es curioso, pero el que más pegas me ha puesto
ha sido mi padre.
Pues sí, la verdad es que debería haber sido al
revés o al menos eso es lo que se espera uno.
El otro día salí a correr con él
¿Con su padre?
Sí, sí, vamos a correr juntos algunas veces. Bueno,
pues el otro día íbamos corriendo y me iba dando la
brasa: Hijo, si lo ves mal, date la vuelta. Bájate,
no hagas esto, no hagas lo otro
Y yo: tranquilo,
que si te ven mal, los primeros que te bajan son los montañeros.
En fin, así están las cosas.
¿Y sus hijos qué opinan del reto que ha asumido?
El mayor, que tiene siete años, sabe que voy a ir a una montaña,
que hay nieve y quiere venirse con nosotros. Ya le he dicho que
le voy a llevar, pero que le voy a llevar a otro monte.
¿Se está documentando sobre el Aconcagua?
Ahora, un poco menos. Pero, al principio, cuando supe que se estaba
montando la expedición, me lancé a leerlo todo en
internet. El otro día, cuando Juanito nos dio la charla técnica,
a mí ya me sonaban todos los nombres: Plaza Mulas, la Canaleta,
Horcones
¿Qué le dice la gente sobre esta nueva faceta suya?
Es curioso. El otro día me encontré con una persona
que había subido al Aconcagua.
No me diga. ¿Y qué le dijo?
Que lo pasó fatal y que nos habíamos equivocado, que
no deberíamos ir. De entrada, me dijo que en el campo base
el dolor de cabeza es insoportable y que te pasas el día
vomitando. Y que luego, a partir de los cinco mil metros, das cinco
pasos y te paras a descansar. Otros cinco pasos y a parar.
¿Le han llamado compañeros suyos del mundo del
fútbol para decirle algo sobre esto?
Sí, muchos. Me dicen: ¡Pero abuelo! ¿Dónde
te metes? porque a mí en el Espanyol me llamaban el
abuelo porque era el mayor de la plantilla.
¿Y la gente de la calle qué le dice sobre esta
historia en la que nos hemos embarcado?
En el Carrefour, el otro día, me decían que no llegamos.
Hay mucha expectación. La verdad es que noto que la gente
lo está siguiendo. Vamos a tener tanta presión como
cuando jugaba al fútbol.
Me han dicho que va a llevar una medicación
especial para prevenir el mal de altura.
Sí, un kilo de gominolas. En serio, me pienso llevar un kilo
de gominolas. A lo mejor ahora se ríen al saberlo, pero ya
me pedirán los compañeros cuando estemos arriba.
Por cierto, ¿qué tal es la relación con
sus compañeros de expedición?
Muy bien, la gente es fenomenal. Se nota que son deportistas de
elite, que son gente importante dentro del deporte. Hay una camaradería
especial. Al poco rato de estar con ellos, parecía que llevábamos
juntos tres meses. Además, he seguido la trayectoria de todos
y son unos fenómenos.
¿Es cierto que usted no había hecho montaña
nunca?
¿Y cuando la iba a hacer? Con el fútbol, no podía.
Es que ni en pretemporada. Con el Racing íbamos a Holanda,
debajo del mar. Ya me contarás. Lo más alto que había
subido fue en el teleférico de Fuente Dé.
La verdad es que llama un poco la atención esta faceta
suya de aventurero.
Hombre, no es aventurero. Es que con el fútbol no puedes
hacer mucho más. Lo que sí es cierto es que siempre
me han gustado los retos y éste es uno de ellos. Después
de haber jugado al fútbol, es muy atractiva una aventura
así.
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