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El Reto MARCA - Aconcagua'06

El diario de Roberto Palomar

Adiós al Aconcagua

Nos hemos largado. Ya no estamos en el campo base del Aconcagua. Adiós al saco gordo de la cremallera estropeada. A orinar a favor de viento para no ponerse perdido. A las galletas, duras como piedras, del desayuno. A las piernas cansadas. A la respiración agitada. A la pulcritud de Theresa Zabell. A los silencios de Escartín. ...

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La experiencia de Juanito Oiarzabal

“Incluso pensamos en darnos la vuelta”

Allá en la base de la Canaleta, aún a más de 6.000 metros, antes de exponerse de nuevo al azote de un viento terrorífico, las palabras de Juanito Oiarzabal eran agónicas. Su voz de serrucho viró a la de un tipo que se ahoga. Entre estertores, el montañero relató por la radio lo que estaba pasando: “No he podido contactar desde la cumbre porque hacía un frío terrible.

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La crónica

Entrevista con Emilio Amavisca

26/12/2005

Amavisca: "Mi padre me dice que no suba, que me dé la vuelta"

Una entrevista de Roberto Palomar

De subir la banda izquierda en el Madrid, el Depor o la Selección, a subir el Aconcagua. Emilio Amavisca, sin antecedentes aventureros más allá del césped, se atreve con el pico más alto de América.

¿Cómo lo lleva? ¿Se está entrenando por la playa de Laredo para llegar en forma al Aconcagua?
No, por la playa, no. No se puede. Estoy saliendo a correr, pero por la carretera. Hace un frío tremendo. Así que ya me estoy acostumbrando. Los parques, por ejemplo, están helados. El día de Nochebuena me apunté a la carrera tradicional de Laredo, una prueba de 8.600 metros de distancia. No está mal.

El campo base del Aconcagua, en Plaza Mulas, está dando temperaturas máximas de nueve grados bajo cero.
¿Cómo? ¡Nueve bajo cero! Bueno, pues entonces aquí habrá que correr en pelotas para ir habituándose.

Después de hablar con varios expedicionarios, debo confesar que a usted se le ve con muchas ganas. Puede que sea el que más ganas tenga, fíjese.
Es que estoy con muchas ganas. Después de planificarlo todo, de conocer a los compañeros, de entrenar con asiduidad… La verdad es que somos un poco masocas.

Usted es otro de los que han recibido un apoyo fundamental de su mujer desde el primer momento para emprender la aventura.
Puedo decir que fue ella quien me animó. Cuando le conté la posibilidad de ir al Aconcagua en las condiciones que nosotros vamos a tener, me dijo que era una oportunidad única, algo que sólo se presenta una vez en la vida y que no podía dejarlo pasar. Es curioso, pero el que más pegas me ha puesto ha sido mi padre.

Pues sí, la verdad es que debería haber sido al revés o al menos eso es lo que se espera uno.
El otro día salí a correr con él…

¿Con su padre?
Sí, sí, vamos a correr juntos algunas veces. Bueno, pues el otro día íbamos corriendo y me iba dando la brasa: “Hijo, si lo ves mal, date la vuelta. Bájate, no hagas esto, no hagas lo otro…” Y yo: “tranquilo, que si te ven mal, los primeros que te bajan son los montañeros”. En fin, así están las cosas.

¿Y sus hijos qué opinan del reto que ha asumido?
El mayor, que tiene siete años, sabe que voy a ir a una montaña, que hay nieve y quiere venirse con nosotros. Ya le he dicho que le voy a llevar, pero que le voy a llevar a otro monte.

¿Se está documentando sobre el Aconcagua?
Ahora, un poco menos. Pero, al principio, cuando supe que se estaba montando la expedición, me lancé a leerlo todo en internet. El otro día, cuando Juanito nos dio la charla técnica, a mí ya me sonaban todos los nombres: Plaza Mulas, la Canaleta, Horcones…

¿Qué le dice la gente sobre esta nueva faceta suya?
Es curioso. El otro día me encontré con una persona que había subido al Aconcagua.

No me diga. ¿Y qué le dijo?
Que lo pasó fatal y que nos habíamos equivocado, que no deberíamos ir. De entrada, me dijo que en el campo base el dolor de cabeza es insoportable y que te pasas el día vomitando. Y que luego, a partir de los cinco mil metros, das cinco pasos y te paras a descansar. Otros cinco pasos y a parar.

¿Le han llamado compañeros suyos del mundo del fútbol para decirle algo sobre esto?
Sí, muchos. Me dicen: “¡Pero abuelo! ¿Dónde te metes?” porque a mí en el Espanyol me llamaban el abuelo porque era el mayor de la plantilla.

¿Y la gente de la calle qué le dice sobre esta historia en la que nos hemos embarcado?
En el Carrefour, el otro día, me decían que no llegamos. Hay mucha expectación. La verdad es que noto que la gente lo está siguiendo. Vamos a tener tanta presión como cuando jugaba al fútbol.

Me han dicho que va a llevar una ‘medicación’ especial para prevenir el mal de altura.
Sí, un kilo de gominolas. En serio, me pienso llevar un kilo de gominolas. A lo mejor ahora se ríen al saberlo, pero ya me pedirán los compañeros cuando estemos arriba.

Por cierto, ¿qué tal es la relación con sus compañeros de expedición?
Muy bien, la gente es fenomenal. Se nota que son deportistas de elite, que son gente importante dentro del deporte. Hay una camaradería especial. Al poco rato de estar con ellos, parecía que llevábamos juntos tres meses. Además, he seguido la trayectoria de todos y son unos fenómenos.

¿Es cierto que usted no había hecho montaña nunca?
¿Y cuando la iba a hacer? Con el fútbol, no podía. Es que ni en pretemporada. Con el Racing íbamos a Holanda, debajo del mar. Ya me contarás. Lo más alto que había subido fue en el teleférico de Fuente Dé.

La verdad es que llama un poco la atención esta faceta suya de aventurero.
Hombre, no es aventurero. Es que con el fútbol no puedes hacer mucho más. Lo que sí es cierto es que siempre me han gustado los retos y éste es uno de ellos. Después de haber jugado al fútbol, es muy atractiva una aventura así.

Las crónicas

Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón (Madrid)

La Expedicin