Nos hemos largado. Ya no estamos en el campo base del Aconcagua. Adiós al saco gordo de la cremallera estropeada. A orinar a favor de viento para no ponerse perdido. A las galletas, duras como piedras, del desayuno. A las piernas cansadas. A la respiración agitada. A la pulcritud de Theresa Zabell. A los silencios de Escartín. ...
Leer másAllá en la base de la Canaleta, aún a más de 6.000 metros, antes de exponerse de nuevo al azote de un viento terrorífico, las palabras de Juanito Oiarzabal eran agónicas. Su voz de serrucho viró a la de un tipo que se ahoga. Entre estertores, el montañero relató por la radio lo que estaba pasando: “No he podido contactar desde la cumbre porque hacía un frío terrible.
Leer másLa crÓnica
PROBLEMAS EN EL AEROPUERTO
10/01/2006
Roberto Palomar
Todo, previo pago de trescientos euros por cabeza, que es lo que
se cobra en temporada alta. El formulario, al margen de los datos
habituales, incidía, sobre todo, en el estado de salud de los expedicionarios.
Había que declarar enfermedades padecidas, tratamientos médicos
actuales o pasados...
Las preguntas más insistentes estaban referidas a la prevención
del ‘mal de altura’: ¿Ha sufrido algún edema pulmonar? ¿Algún edema
cerebral?... Finalmente, había que firmar un escrito en el que había
que describir el estado general de salud que, en el caso de los
expedicionarios, todos declararon como “Bueno”. Obviamente, hubo
bromas sobre el estado físico de Juanito. “A éste le faltan los
pies”, dijo uno ante el estupor de la funcionaria de turno, que
se asomó a ver las amputaciones de Oiarzabal, que iba en sandalias,
con los muñones al aire.
Reto para Chema En la propia oficina, donde se repartían mapas y
planos, Oiarzabal y Vallejo orientaban a la expedición sobre lo
que les esperaba. Ante una foto en la que se veía claramente la
ruta de aproximación, Chema Martínez expresó su intención de ir
corriendo. “Cuando te vaya a estallar la cabeza, ya me contarás
tú si corres”, le dijo Juanito. Ldiando la posibilidad de atravesar
corriendo una zona denominada Playa Ancha, de doce kilómetros de
longitud, que le llevaría directamente al campo intermedio de Confluencia.
El problema es que está a más de tres mil metros de altura.
Quiere hacerlo y Juanito le ha dado permiso porque el terreno, aunque
todavía es pedregoso, es practicable para correr. Otros expedicionarios,
ante una fotografía digitalizada, mostraron su interés por saber
dónde estaban los campos de altura y, sobre todo, La Canaleta. El
resto de la mañana se dedicó a ultimar compras y sacar cosas de
los petates, sobre todo, ropa limpia que se va a quedar en Mendoza,
para la vuelta. Gervasio Deferr, por ejemplo, ha decidido que no
se va a llevar su CD de música. Se armó un petate comunitario para
que los expedicionarios fueran dejando allí sus cosas. La prenda
estrella fue el pantalón vaquero, seguida de las camisetas de algodón.
Por fin, en marcha El resto de la jornada no tuvo mayor misterio.
Después de un almuerzo ligero en Mendoza, el grupo partió hacia
Penitentes en un pequeño ‘colectivo’. Anoche durmieron ya en un
hotel refugio, en una estación de esquí, a 2.800 metros de altura.
Fue la última noche entre sábanas limpias porque para hoy está prevista
la primera jornada de la marcha de aproximación. Después de atravesar
la barrera de los guardaparques, el grupo se dirigirá, ya a pie,
hasta el campamento base de Confluencia, a 3.500 metros. Un punto
en el que el glaciar se bifurca en dos. Un ramal, el de la izquierda,
parte hacia el norte, a Plaza Mulas. El otro, el de la derecha,
conduce a Plaza Francia, a la base de la imponente Pared Sur.
Los que vienen y los que van
El Hotel Aconcagua, en Mendoza, es punto de parada y fonda entre
las expediciones que van y vienen. Y se nota claramente quién va
y quién viene. Sobre todo, quién viene. Tipos flacos, quemados por
el sol, despeinados, con un cierto aire de suficiencia, denotan
que han estado en la cumbre. Los que van, están pálidos y limpios.
Como suele ser habitual, los que vienen cuentan su experiencia.
Ayer, en el desayuno, una expedición de Granada reconoció al grupo
del Reto Marca. De seis, han subido cinco. Su principal enemigo,
el viento. Hicieron cumbre el 7 de enero, pero, según cuentan, ha
habido dos días sin que nadie pudiera hacer cumbre. Y una recomendación:
“No montéis el campo 2 en Berlín, aquello está muy sucio. A media
hora, hacia arriba, tenéis un sitio mejor que se llama Cólera”.
La contestación de Juanito, la esperada: “He subido al Aconcagua
y el campamento Berlín ha estado siempre sucio. Montaremos en Berlín”.
Pues punto en boca.
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