Nos hemos largado. Ya no estamos en el campo base del Aconcagua. Adiós al saco gordo de la cremallera estropeada. A orinar a favor de viento para no ponerse perdido. A las galletas, duras como piedras, del desayuno. A las piernas cansadas. A la respiración agitada. A la pulcritud de Theresa Zabell. A los silencios de Escartín. ...
Leer másAllá en la base de la Canaleta, aún a más de 6.000 metros, antes de exponerse de nuevo al azote de un viento terrorífico, las palabras de Juanito Oiarzabal eran agónicas. Su voz de serrucho viró a la de un tipo que se ahoga. Entre estertores, el montañero relató por la radio lo que estaba pasando: “No he podido contactar desde la cumbre porque hacía un frío terrible.
Leer másLa crÓnica
Reto conseguido
27/01/2006
Roberto Palomar
Los expedicionarios estaban citados a las ocho de la mañana en la
tienda comedor para llevar los bultos, efectuar el pesaje y poder
llevar a cabo la carga de las mulas.
Posteriormente, con una mochila ligera, el grupo inició el descenso,
que se produjo con una perdida gradual de metros, hasta llegar a
los dos mil ochocientos de Horcones. Eso se tradujo en un alivio
para los cuerpos castigados por la altura. Los expedicionarios,
con el hematocrito alto por culpa de la altitud, notaron unos beneficios
evidentes en la caminata.
Sólo hubo que guardar una cierta precaución en la bajada de Cuesta
Brava, con un desnivel importante. En el fondo del barranco, se
divisaba el esqueleto de una mula, que cayó despeñada semanas atrás.
Los expedicionarios, esta vez, no tuvieron que atravesar las torrenteras
de la subida por Playa Ancha. Uno de los guías de Plaza Mulas, les
explicó exactamente por dónde bajar el largo tramo de Playa Ancha
sin tener que meterse en el río. Todo consistió en caminar siempre
por la margen izquierda. Hubo tramos en los que el bastón iba por
el río, pero los pies, bien secos, transitaban por la huella.
Amavisca tira del carro
José Emilio Amavisca estuvo ayer hecho un campeón. Estuvo siempre
en cabeza del pelotón del Reto Marca. Se nota que tiene muchas ganas
de irse y volver a la civilización cuanto antes. Ayer, con toda
la marcha cuesta abajo, se puso el primero y ya no hubo forma de
que perdiese la cabeza.
Tras Playa Ancha, sólo faltaba un desnivel, la última cuesta, hasta
Confluencia. En este campamento, en el que pasaron dos días durante
el proceso de aclimatación, el grupo aprovechó para hacer un último
avituallamiento, antes de enfilar la bajada hasta Horcones. Allí,
en la tienda de los Guardaparques, cumplimentaron los últimos trámites
para abandonar el Parque Provincial del Aconcagua.
Dos horas y media más tarde, un microbús les depositó en un hotel
de ‘cuatro estrellas’ con su ducha, su bañera y sábanas limpias.
La aventura terminaba y comenzaba la aclimatación al mundo real.
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